Del célebre “patria, socialismo o muerte”, sólo nos ha quedado ésta última. La muerte de un país, la muerte de una era próspera. Pero hoy, la muerte ha tocado las puertas de José Vicente Rangel, vicepresidente con Hugo Chávez y fervoroso propagandista del chavismo hasta el último de sus días.
En ocasiones, los poderosos actúan como si no existiera, como si fuesen a gobernar eternamente. Como si el país les perteneciera en la vida y en la muerte.
Rangel fue uno de los principales propagandistas del chavismo tras el Golpe de Estado de 1992. Defendió a capa y espada su derecho de emitir en televisión la entrevista al golpista Hugo Chávez. Al no lograr su propósito, organizó eventos privados por todo el país para mostrar su entrevista amable a Chávez.
Catorce años después, cuando ejercía como vicepresidente, Chávez anunció el cierre del canal RCTV por “golpista”. Rangel me confirmó su retiro de la política en una entrevista que me concedió cuando yo era periodista en El Periódico de Cataluña. Públicamente dijo que quería regresar al periodismo, pero en la práctica quería manejar los hilos del poder de una forma mucho más discreta, desde la comodidad de su retiro y desde su programa de televisión.
Hoy, políticos y periodistas venezolanos han despedido a Rangel como un dirigente de la “izquierda democrática”. La misma que cerró los medios de comunicación más críticos y que compró y chantajeó al resto. La misma que mató en las calles a jóvenes manifestantes mientras José Vicente emitía entrevistas elogiosas a Maduro y a Delcy en su programa “José Vicente Hoy”.
Pero el lado más oscuro de Rangel probablemente siempre quedará en el suspenso de la incógnita: los supuestos crímenes que se le atribuyen. Las redes oscuras que administró desde el poder y que heredó su hijo. Las versiones acerca de sus inquietantes rituales para, supuestamente, mantenerse con vida cuasi eterna.
Todo lo logró, menos lo último. Patria socialismo o muerte. Pasan los días, pasan los ministros y los vicepresidentes y ya no queda ni patria ni socialismo. Sólo muerte.
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